3.8.06

Tres Textos Breves


Maria Dolores Torres (publicados en Letralia -2005)

BUSCANDO

Cuarenta y cinco años. Dos perros, un segundo marido, muchas deudas, un futuro incierto.
Pre - menopausia, un país convulsionado, unos hijos crecidos, un mañana en duda.
Unos kilos de más, muchas canas, algunas arrugas, alma de niña, espejo desalmado.
Muchos años de análisis, algunas noches de insomnio, repentinas angustias mortales. Pocas buenas amigas.
Demasiadas materias aprobadas, muchas cosas por aprender y muy poca memoria.
Un amor inmenso por las historias, las imágenes que las cuentan y el sonido que hacen.
Una música siempre, algunas letras que tratan.
Muchos proyectos, demasiadas alternativas.
Sonrisa honesta, humor negro, lágrimas de cocodrilo.
Unos ojos que miran adentro, un corazón siempre amando.
Dolor en el cuerpo, anhelo en el alma.
A veces cansancio, desesperanza. A veces delirios sobre ideales ¿posibles?
¡Unas ganas enormes!
Palabras y silencios.
Altos y bajos, cimas y valles.
Sótanos oscuros con laberintos interminables. La luz de una vela y el hilo de la vida, que aún no acaba.
Todavía buscando… buscando… buscando.
¿Existe realmente el Minotauro?



VICENTE, EL TORO


Tengo seis años. Estoy parada frente a una enorme cabeza de toro disecada. Es de mi padre, se la regaló un amigo torero. Pero para mí es solo un enorme animal que me mira fijamente como pidiendo auxilio.
Paso mi pequeña mano sobre su frente, le rasco los pelos duros de entre los enormes cuernos y siento ganas de llorar. Quisiera poder sacarlo del estado triste en que se encuentra, quisiera que saliera al jardín a jugar conmigo.

Para ese entonces todavía no sé que el toro esta muerto. Que lo mataron para entretener a una plaza llena de humanos pidiendo orejas y rabos. Eso lo aprendí después.

Ahora tengo muchos años más. He venido cargando con mi toro toda la vida. A la muerte de mi padre, heredé este trofeo junto con algunos otros y muchos recuerdos. Para mí sigue estando vivo y mirándome con ojos suplicantes. Se llama Vicente y en sus ojos veo mi reflejo. Son de vidrio. Estoy muerta. A mí también me mataron las peticiones de los espectadores.



DESCALZA

No sé dónde dejé los zapatos ni por qué me los quite.
Me dí cuenta que los había perdído cuando empecé a escribir “había” sin hache o “iba” con ve de vaca; cuando comencé a despertarme en casa sin necesidad de vestirme por no tener empleo al cual acudir, sin hijos a quienes llevar a la escuela, sin un plan para el día distinto a pasar la aspiradora o poner un disco para no convivir con el silencio. escribiendo en la computadora a destajo por lo que me quieran pagar y cuando lo quieran hacer, sacando al perro a mear cuando me acuerdo y llegar a la noche haciendo malabarismos para no caer en la trampa de prender el televisor para angustiarme con las noticias, tomando un tilito o una pastilla para conciliar el sueño y estirando el libro de turno para que me cope las horas vacías de ese momento terrible de ir a la cama, sabiendo que mañana todo se repetirá de la misma manera.
Ahora camino descalza, sintiendo un dolor agudo cada vez que piso un guijarro en este camino empedrado que se me ha hecho empinado, que se me ha hecho oscuro y desconocido. Y no sé hacia dónde voy, no sé a dónde quiero ir, no sé a dónde quiere la vida que vaya.
Olvidé dónde dejé los zapatos. Creo recordar que me los quité en algún momento porque me quedaban apretados, pero a veces dudo si de verdad alguna vez los tuve puestos.
Solo sé que quiero seguir caminando y que debo encontrar unos zapatos nuevos para no perder los pies en el camino porque, en este momento, me están sangrando.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué maravilla de textos. Bravo por Vicente, el toro.

Anónimo dijo...

Hola, aquí estoy, de visita...
en tu perfil, aparte de compartir los 5 planetas en escorpio y muchos de tus gustos, etc., me ha llamado la atención la reflexión sobre tu nombre "dolores" y de pronto me ha venido la estrofa de aquella coplilla: "no me llames dolores, llámame lola"... si es tan importante el nombre, el efecto del nominalismo, ¿por qué no lo cambias por uno más "ligero y sonoro"?
un gran beso, amiga Lola!!!

Linus Lowell dijo...

Buscando, buscando... Alivia saber que hay otros que buscan. Porque a veces cuando estoy realmente cansado surge el sosiego de pensar que quizás no hay nada que encontrar

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