
Tres señoras (cuarentonas ellas), nietas de Tito Salas, y una amiga, diseñadora gráfica niuyorkina, fueron detenidas anoche por la Policía de Baruta (mientras los choros hacían de las suyas en Las Mercedes)
Motivo: atapuzarse de comida en un restaurante de lujo del municipio, sin fondos para pagar la cuenta.
Anoche, martes 30 de agosto, a eso de las 11 y media p.m., como la policía no tiene mucho que hacer en el municipio de Baruta, respondió prontamente a la llamada del gerente del restaurant Oceánico, situado en Colinas de San Román, para detener a 4 señoras escuálidas (3 nietas del pintor bolivariano, Don Tito Salas, y una amiga, diseñadora gráfica, venezolano-américana, visitante de Nueva York), que se echaron una soberana papa en el restaurante y no tenían cómo pagár la modesta cuenta de 800 mil bolívares.
Así como lo oyen.
Las señoras fueron a celebrar el reencuentro con la amiga de NY en el mencionado restaurante, por cortesía del amigo (general retirado, directivo de una estación de radio que le hace la propaganda al mencionado restaurante) de una de ellas, quien por hacer una gracia, le dio a ésta una tarjeta personal firmada, asegurándole que podía invitar a quien quisiera, a comer y tomar lo que quisiera, y al final entregar la tarjeta mágica (equivalente a un Cesta Ticket millonario) en pago por el consumo.
Sí, como podrán imaginarse, yo era una de las señoras detenidas.
Llegamos al restaurante después de haber pasado el día sin comer (para aprovechar, pues. Ustedes saben que una, después de pasada cierta edad, no se puede dar el lujo de esas comilonas todos los días, sin pagar un precio elevado (tanto en la cuenta, como en el peso).
Emocionadas por la oportunidad, comimos dos entradas entre las 4. Un tiraíto de Róbalo (delicioso, se los recomiendo) y un ceviche de mero (normalito, con unos chips pasados de viejos).
Al pedir la carta de vinos, como estábamos invitadas por el ex general, no pedimos el más caro. Blanc de Blancs estaba bien, unos 43 mil bolívares por botella, para no exagerar con un italiano de 70 y dele.
Una entrada y un plato principal cada una. Nada de langosta. Sopita y pescado por aquello del colesterol y la pena con el señor que nos invitaba.
Un risotto de mariscos para compartir entre las 4 y, entre chismes de maridos y crisis de la edad, un total de 3 botellas de vino y 3 guiskis para la portadora del “cesta ticket”, a quien el vino cae mal.
Como no podíamos desperdiciar la oportunidad de comer gratis, 3 postres de chocolate para compartir (dicen que es bueno para la depresión).
Nada de pús cafés o cafeina. Eso nos cae mal.
Traen la cuenta.
Saca el ticket.
Viene alguien, llama a la portadora de la tarjetita mágica.
No sirve. La radio ya tiene una deuda con ellos de más de 600 mil bolos. Paguen ustedes.
No tenemos con qué.
Lo siento, o pagan o llamamos a la policía.
Llamadas de celular al general (R).
No contesta.
A la novia.
Tampoco.
A la ámiga íntima de la novia.
No sabe qué hacer.
Les aceptamos un cheque y mañana arreglan con el general.
No tenemos fondos.
No importa.
No pagamos, ¡qué bochorno!
No se van, llamamos a la policía. Lo siento.
Total, paradas las 4 señoras frente al ascensor, llegan dos funcionarios de la Policía de Baruta. (Faltó el alcalde Capriles, debe haber estado comiendo en otro restaurant).
O pagan, o van detenidas.
¿Nos ven cara de ladronas?
¡No, señoras!, pero como está el país ya uno no sabe
Radio mensajes, no sabemos a quién.
La portadora de la tarjeta está arrecha. "La señora aquí es americana y le hace la campaña a la radio". (sólo para tratar de obtener piedad)
No nos importa señora, el convenio con la radio se acabó ayer.
¿Y qué hacemos si no tenemos cómo pagar? El general me dijo ésta mañana que estaba bien.
Van detenidas las 4.
¿A dormir a la cárcel? ¿Y los choros que están asaltando ahora?
Si, vamos rápido, no tenemos tiempo para perder.
No podemos dormir en la cárcel, tenemos hijos en casa esperándonos.
No importa señoras, ese no es asunto nuestro.
Somos 4 choras más, con los cierres del pantalón abierto de tanto comer, con pinta de escuálidas venidas a menos y cagadas de la risa.
Ya pues, ya nos reímos suficiente. Qué se le hace. Paguemos 200 mil cada una y mañana se verá si el General tiene cara o vergüenza y nos devuelve el dinero.
Es que en este país todo es posible y, o lloramos, o nos reímos.
Terminamos la noche con la barriga llena, 200 mil bolos menos (no sé cómo los vamos a pagar) pero con la conciencia tranquila porque los abusadores son otros.
Al final, el rato de risa es lo que más vale. Eso NO tiene precio.
Detenidas por la policía por comer sin tener con qué pagar... con más de 40 años.
Aunque usted no lo crea.
Una para contarles a nuestros nietos. Valió la pena.
(La comida no es que estuviera asi taaaaaan buena)