28.4.07

Tres Minutos

Ayer viernes por la mañana, Patricia estaba preparando las cosas para irse a pasar unos días en la playa, aprovechando el puente del primero de mayo, Día del Trabajador. Se llevaba a sus dos hijos pequeños y un sobrinito. La hija mayor se quedaría en Caracas, o estaba de viaje, pero no iría. Irían también otras amigas con sus niños. Amigas que se habían puesto de acuerdo para pasar unos días de descanso en un club de playa cerca de la capital. Los niños jugarían mientras ellas se echaban cuentos de cómo pasaban sus días. Todo era perfecto. Planificaron que Silvia se iría con Patricia. Isabel y su hijo Diego se irían un poco más tarde. Silvia estaba retrasada y su madre le sugirió que no hiciera esperar a Patricia, que mejor se fuera con Isabel para que le diera tiempo de terminar las cosas que tenía que hacer en Caracas. Patricia ya estaba en la camioneta con los niños. El pequeño, justo en el momento de salir, le pudo haber dicho, como suelen hacer los niños justo a última hora, que tenía ganas de hacer pipí y Patricia, como madre paciente, lo bajaría del carro y esperaría a que hiciera. Luego le ayudaría a subir sus pantaloncitos porque él aún era pequeño.

Pudo haber mirado el reloj. Haber visto que habían pasado tres minutos. Tres minutos de retraso. ¿Pero quién se fija en esos tres minutos si ni siquiera sabe qué significarán más tarde?
Nadie. Como tampoco nadie está midiendo lo que cambiará en el camino si le agarra a uno un semáforo en rojo, si uno acelera para pasar a una anciana que maneja lento, si uno frena para no pisar a un perro que cruza la calle distraído.

Mientrás tanto, el destino se va tejiendo, puntada a puntada, de una manera precisa y estricta sin que nadie se percate de lo que está tramándose en esa dimensión desconocida.

Silvia terminó yéndonse a la playa con Isabel y Diego, cuarenta y cinco minutos más tarde. Les agarró una cola de puta madre. Seguro fue un accidente, le comenta Isabel a Silvia, vamos a llamar a Patricia a avisarle que llegaremos más tarde.
La llama al celular, atiende un hombre, señora, hubo un accidente, a los pasajeros de este carro se los llevaron a un hospital.

Tres minutos que pudieron hacer la diferencia en el orden de la más de media docena de autos afectados en el accidente.
Tres minutos que pusieron el auto de Patricia debajo de una gandola que perdió el control.

Un segundero implacable que nos cambia la vida en menos de lo que canta un gallo, o en menos de lo que tarda un niño en hacer pipí antes de salir hacia la playa.
Miles de carros desplazándose entre Caracas y La Guaira.
Una gandola sin frenos.
Varios carros con personas dentro, involucrados en el accidente.
Veintitantos heridos y dos muertos: el hijo menor de Patricia y su sobrino, Juan Antonio y José Antonio.

Quizás si al chico no le hubieran dado ganas de ir al baño, los muertos en el accidente hubieran sido otros. Quizás... quizás... nunca se sabrá.

Nuestros segundos estan contados desde el momento en el que vinimos a este mundo del que tan poco sabemos y contra el cual estamos indefensos. Lo único seguro, que nos espera a todos, es la muerte. Antes o después.

Tres minutos de silencio y reflexión.

Tres minutos de amor para Patricia, Guillermo, José Antonio, Yolanda, sus hermanitos, abuelos, tíos y toda la familia de los dos niños a quienes el destino se quiso llevar este fin de semana de abril, porque eso es lo único que se les puede ofrecer.

Tres minutos para reconocer que hoy estamos pero mañana no lo sabemos, que hay que vivir el día a día, minuto a minuto, como si fueran los últimos que vamos a vivir.


18 comentarios:

Anónimo dijo...

Queridísima...Pareciera ficción,...mezcla de realismo e insólito desenlace...si, de esas cosas un tanto paradójicas de las cuales uno no se explica. Sin embargo, a pesar de no estar en Caracas, presiento que es algo real y no puedo dejar de sentir a través de tu escrito el dolor que compartes y expresas aquí con tanta fuerza. Mis sentimientos te acompañan.

Cinzia Ricciuti dijo...

MD: Borre' tres veces el comentario escrito y es que ante cosas tan inmensas uno se queda tan lleno de sentimientos como mudo de palabras. Pense' lo mismo que tu, ayer cuando lo supe, vivir! hay que vivir! y dejarse de tonterias! La muerte, ironicamente viene a recordarnos eso, siempre.
A Patricia una flor y un abrazo para tratar de estar cerca en lo inexplicable, lo inaceptable.
Beso
Cinzia

TORO SALVAJE dijo...

De piedra. Helado. No los conozco pero no importa.

La semana pasada un camionero atropelló a su hijo de 10 años aparcando el trailer en un polígono industrial. El niño murió. A veces son tres minutos, a veces tres metros, a veces dan ganas de no querer saber más.

Besos.

Lena yau dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lena yau dijo...

Igual que cr...escribí y borré...
Es mucho dolor...
Me uno a la reflexión, al silencio, al abrazo...

Maria D. Torres dijo...

Isa, Cinzia, Toro y MO:
Cuando pasan estas cosas, es como si la madre tierra completa y nosotras, las mujeres, madres o no, estuviéramos todas de duelo.
Creo que no hay nada más doloroso en la vida que perder un hijo, sea de la manera que sea.
Lo único que medio reconforta es pensar que esas criaturas no van a vivir en un mundo tan descompuesto como el que tenemos ahora.

Anónimo dijo...

a través de tu blog, escribo...
... A Yolanda y José Antonio:
desde la distancia, desde el fondo de nuestros corazones decirles que lo sentimos muchisimo... que no podemos explicar estas cosas tan injustas y que nos llenan de pesar, de dudas y sobretodo de dolor. No hay palabras que podamos escribir, sólo enviarles un abrazo sincero.
Desde Mallorca,
Denise y Jorge

Anónimo dijo...

MUY BUENO! Thelma, la hija de Patricia estudía en mi colegio, Los Arrayanes, pero en 8vo grado. Me llegó leer tu comentario... En serio.. Tan solo, pensar en que en cualquier momentos puedes perder a quienes amas, me aterra... Pero bueno, la vida va, viene y lamentablemente nada podemos hacer.

Saludos, un gran beso

lapoetisa dijo...

Impacta tanto leer tu relato que uno se queda pensando que escribo, pero necesito reflejar lo que siento, un dolor muy grande en el corazón como madre, solo queda unirme en sentimiento a ustedes y orar por esos angelitos.

Laura M dijo...

La vida costantemente se expresa entre instantes mágicos y momentos crueles. Es lamentable que necesitemos estos ultimos para tomar conciencia del valor de la existencia y de todas aquellas pequeñas cosas que, distraidos en nuestra cotidianeidad, damos por descontado.

Maria D. Torres dijo...

Denise y Jorge, yo no conozco a JA y Y. Sólo a Patricia y Guillermo. No sé si el mensaje que les envian por aquí lo vayan a recibir. Es mejor que les envien un mail directamente a ellos.

Petra, qué sorpresa tan linda encontrarte en mi blog. Regresa cuando quieras y comenta también!

Poetisa, gracias por la visita. Como madres, este tipo de cosas nos "matan" a todas.

Laura, tienes razón, debemos aprender a disfrutar cada segundo de vida. A veces es muy tarde cuando pretendemos empezar a hacerlo.

Saludos a todos,
MD

Anónimo dijo...

MD:
estoy segura de que el mensaje les llegará a ellos (JA y Y) y al resto de la familia. Porque esto afecta en primer lugar a las madres, a los padres y hermanos, pero estamos hablando de una familia muy grande y unida... el dolor debe ser inmenso.
A todos, nuestro pensamiento y muy sincero abrazo
Denise

Arcangel Vulcano dijo...

María tu relato es muy conmovedor; ¿la fatalidad, el destino, la vida? ¡no lo sabemos!...

Un abrazo.

SAUL OSIO STORE dijo...

Lamento bastante el hecho, realmente me a tocado ver las desiciones del destino muy de serca, la perdida de seres queridos son imborrables y tu vida queda en una eterna defensiva, saludos y abrazos.

Patricia Chalbaud dijo...

Solo el corazón de una madre puede sentir el dolor y la tristeza que dejan esas inexplicables razones de dios y del destino de quitarnos un pedazo del alma al llevarse la inocencia pura por la que velamos cada día. No hay nada que pueda consolar el corazón de Patricia y su familia, solo el tiempo cura y fortalece, aunque siempre quede la cicatriz.
Para esa madre envio un pedazo de mi corazón y el ruego a dios y a la virgen de que la consuele y la reponga y le de paz a su corazó nde madre y fuerza a su familia para seguri adelante.
Lo siento muchisimo

Anónimo dijo...

que hay que vivir el dia,Como si fuera los ultimos que vamos a vivir..
Y como cuesta abrir el pecho para hacerlo.Sin mordaza en el alma.
todo mi cariño.
caro

Crismar dijo...

MI esposo me ahabía comentado sobre este post y no me había atrevido a escribir sino hasta ahora... la vida nos cambia en un instante y muchas veces no sabemos por qué suceden o por qué el universo lo permite... mis palabras no serviran para aliviar el dolor, pero tus letras me hacen reflexionar de que la vida uno se la debe tomar con calma, sin estrés y sin apuros.... Que Dios los bendiga....

Anónimo dijo...

Dos angelitos nos cuidaran por siempre...
Quienes conocimos a Juani y Jóse y pudimos identificar su misión en esta vida, pudimos aprender mucho de estos dos personajes de apenas cinco años de edad, por ejemplo: que hay que jugar, reír, cantar, soñar mucho mas.
También nos enseñaron que para vivir esta vida intensamente y sin temor hace falta ingredientes fundamentales como: mucha dulzura, alegría, independencia, carácter, expresión, valentía y amor.
Que Dios les de pronto consuelo a los padres.
Que Dios bendiga a estos dos seres maravillosos.

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