13.10.08

Back to where I come from



Querido mío:

Hablar de estas cosas por teléfono hubiera sido largo y costoso. Es por esto que te dije que esperaras mi carta, y aquí va lo prometido. Te resumo.
Hace unas tres semanas me mude de nuevo a mi casa de origen. Tenía quizás 5 o 6 años -no recuerdo exactamente cuantos porque ya no recuerdo casi nada- viviendo en una alquilada.

Comencé a pensar en regresar a la mía una noche en que una amiga me trajo un frasco marrón con unas gotas para la tristeza. "¿Cuál tristeza?-le dije. Si es que hace años que no sé lo que es una lágrima". Pero esa misma noche empecé a poner medio gotero debajo de mi lengua cada media hora más o menos y fue entonces cuando tomé la decisión de volver a mis orígenes.
No ha sido fácil, por momentos siento que cometí un error. Pero hoy creo que no hay vuelta atrás, al menos no por ahora. Porque ni siquiera sé lo que es atrás y lo que es adelante. Sí, tan perdída estaba, tan lejana, sintiéndome extranjera en mi propia casa.

La semana en que tanteaba el regreso, apenas entrando – tardé varios días en entrar-, encontré a la persona que había dejado allí encerrada: mi hermana gemela. Esa noche le propuse ver una película (una que ya me habían dicho que era triste, de esas tragedias de muerte de seres queridos) y pasamos hora y media llorando juntas, llorando a mares, moqueando, sonándonos las narices, poniendo pausa para soltar el moco largo sin perdernos las siguientes escenas. Fue esa noche, en ese momento, cuando me di cuenta de lo mucho que extrañaba mi vieja casa y a esa hermana que había dejado años atrás. Decidí quedarme.

Ha sido una lucha constante –la comodidad de la casa alquilada a veces me susurra para que regrese. Es un susurro que atraviesa calles y avenidas, montañas y ríos, y que se escucha más fuerte cuando llueve y caen truenos, cuando el día parece noche. Pero no le contesto, trato de hacerme la loca, porque le temo. Es quizás por eso que, al menos por un tiempo, he decidido no salir a la calle. Para que el susurro no me encuentre, para que no me arrastre de nuevo a dormir en la cama cómoda, a tener todo hecho. No exagero, es que este susurro parece una caña de pescar y su anzuelo tiene una carnada de colores brillantes (de mentira) y un sabor a torta de chocolate (artificial).

Mientras tanto pasa el tiempo y cada día que pasa reencuentro en casa con algo mío que había olvidado. La primera carta que te envié fue antes de la mudanza, un día que vine de visita, el día en que encontré la cinta con la música que te comenté. Nunca deja de sorprenderme como una música, un olor o un ruido, nos pueden transportar en el tiempo. Quizás es por eso que los físicos cuánticos dicen que el espacio y el tiempo no existen. Coexisten. Les creo.

Anoche, por primera vez en años, ella y yo escribimos de nuevo a cuatro manos. Y después de las cartas escritas me fui a acostar. Me costó amoldarme al colchón, pero al final me quedé dormida. Y soñé con la niña pequeña que dejaban a mi lado y luego se llevaban lejos… y amanecí llorando, porque cada vez que se la llevan, sé que nunca la volveré a ver.

Hay algo en esta casa nueva que me marea. Quizás es el proceso de encaje. No es fácil ponerse zapatos apretados después de que llevas mucho tiempo caminando descalzo. Pero aquí ando, metiendome de a centímetro por rato.

Hoy, cuando sonó el teléfono y escuché tu voz, supe que había tomado la decisión correcta. Que volver a mi casa – a pesar de las dificultades iniciales – era lo único que necesitaba para empezar a vivir la vida de nuevo. La vida mía.

Ahora me voy, tengo cosas que hacer. Solo quería que supieras que voy a estar bien y que, tal vez, nos veremos en algún momento para cerrar lo que dejamos abierto.

Gracias por llamar, mi hermana también está muy contenta.

AC
IBSN: Internet Blog Serial Number 3110-59-85-89