31.12.06

Esperen sentados ( ver nota)

Qué espanto, llegó otra vez el 31 de diciembre.

Detesto las fiestas colectivas donde se supone que uno debe ser feliz a juro, emborracharse a juro, abrazarse a todos los que le rodean a juro (para lo que a juro debe esperarse el año con un gentío) y pedir, aún sin estar convencido de que algo acaba, que lo que viene sea mejor.

Desde que tengo memoria, el 31 de Diciembre es el día del año en que me da sueño más temprano. Tener la obligación de mantenerme en pie hasta las 12, despierta a la niña rebelde que vive entre mis cejas quien, a partir de las 8 y media de la noche, empieza a empujar los párpados hacia abajo, con toda la fuerza de sus piernitas.

No importa en dónde esté o haya estado. No importa con quien. La espera obligada, a que sean las 12 y llegue el año nuevo, es como esperar en un aeropuerto a un avión que viene con muchas horas de retraso, en el que uno no va a viajar o en el que no viene nadie a quien uno tenga que recoger.

Las uvas no me gustan. Champaña no tomo, prefiero el vino. Ropa interior amarilla no tengo, ni pienso comprarla. Las lentejas me dan gases… en fin… debe ser por eso que el 1ero de Enero solo me parece un domingo eterno por el que se ha esperado un año entero.

Si usted se parece a mí le propongo hacer como unas tías. Encienda la televisión, ponga el canal español, espere a que den las 12 en España, brinde y acuéstese a dormir 4 horas antes que el resto de la gente del país, con unos tapones en los oídos para no despertar con los tumbarranchos, y despierte mañana a la hora que quiera porque no habrá nada especial que hacer salvo estrenar agenda nueva.

¡Feliz Año para los que sí notan la diferencia!

PD. De paso, no me cabe una hallaca más, así que esta noche, aunque sea invierno, ceno gazpacho andaluz.

Nota: Se me olvidó darle los créditos a los aportes realizados, para este texto, por uno de los grandes maestros del humor caústico, S. CH., quien quedose sólo en casa, con la excusa de cuidar al perro e impedir la entrada a los maleantes.

28.12.06

23.12.06

Lo que uno ve por ahí

Fotos: MDT

Este trabajo es maravilloso.
Uno conoce gente, toma whisky, come pasapalos, le pagan y encuentra joyas.
Como estos ambientes íntimos que nunca imagine encontrar esta noche del 22 de Diciembre.

A estas fotos me dio por llamarlas Serie: ¨La Máquina del Tiempo¨.

17.12.06

MI NAVIDAD

Gato bajo el árbol de Navidad.
Tumbando todos los adorno, escalando entre las ramas falsas y enredándose entre las luces.
Jodiendo, pero hermoso.

Lo que me fascina
- Los colores del día, el rojo del Ávila (aunque me cause alergia)
- Ponerme sweater, zapatos con medias y arroparme hasta la cabeza para dormir de noche.
- Los regalos de ¨ñapa¨ que compra mi papá para todos en la familia. Uno nunca sabe con qué va a salir este año y los esperamos con ansia. Puede ser un martillo, una extensión eléctrica o un paraguas de cartera, pues generalmente los compra en la ferretería.

Lo que me gusta
- El sabor de una buena hallaca (con almendras), el pan de jamón de la Panadería de Santa Eduvigis -que gracias a Dios, o por desgracia, no queda en Prados del Este sino a un minuto de mi casa, el panetón de chocolate que desayuno con mis hijos todos los 25 de Diciembre por las mañanas.
- Hacer regalos a la gente que quiero.
- Los fuegos artificiales de colores.
- Poner el mismo arbolito artificial y los mismos adornos que he puesto por 20 años, sin cambiarlo, porque a mis hijos les gusta ése y no otro, y me han pedido que no lo bote ni lo regale.

Lo que no me gusta:
- No tener dinero para comprar los regalos que me provoca a la gente que quiero o tener que gastar dinero en la gente a la que debo regalar pero no me provoca.
- Envolver los regalos y pensar en cuándo tenga que quitar el árbol y guardar todo de nuevo.
- Sumar unos kilos más a la lista de los que ya debo quitarme.
- El tráfico en la calle –ahora incrementado por los 300.000 vehículos que se han vendido en los últimos meses. Viva la revolución bonita!
- Que mis hijos ya no crean en San Nicolás.
- No creer yo tampoco.
- Que mis hijos ya han crecido tanto que ahora no quieren regalos sorpresa sino dinero para comprar lo que ellos quieran.
- Sentir la ausencia de seres queridos que no están o no existen.

Lo que detesto:
- Pasar horas desenredando las luces para el árbol y luego, aunque prendieron perfecto cuando las probé antes de ponerlas, dejan de prender una vez enredadas entre las ramas del pino.
- Los centros comerciales, especialmente el Sambil.
- Las gaitas. Quisiera que el gobierno, antes de prohibir a San Nicolás, prohibiera este género musical.
- El ruido incesante de los cohetes tumba ranchos y el olor a pólvora que se posa sobre la ciudad el 24 y el 31.
- Las casas decoradas de gringas, sobre todo cuando llenan la fachada de luces, renos eléctricos y nieve de algodón en el techo.
- Tener que ser feliz a juro, porque es Navidad. Eso me deprime. Creo que nos pasa a muchos.

Lo que recuerdo y añoro:
- El nacimiento que ponía mi abuela materna en el comedor de Petare. Lo malo era que la nieve de cabello de ángel picaba mucho.
- El spray de nieve artificial que le ponían mi mamá a nuestro arbolito.
- Las navidades que pasamos con toda la familia en la nieve de verdad, cuando todavía podíamos viajar.
- Esconder los regalos de mis hijos y ponerlos debajo del árbol cuando se quedaban dormidos.
- Las galletas y el vaso de leche que dejábamos con ellos en la mesa –para Santa, y luego vaciar el vaso y dejar migas en el plato, junto a una nota con letra inventada en la que el gordo rojo daba las gracias por tan sabrosa merienda.
- La cara de alegría de los chamos abriendo los regalos la mañana de Navidad, aunque yo estuviera enratonada y con sueño a esas horas de madrugada en las que se despertaban.



Y PARA NO HACERLO MÁS DIFÍCIL, les deseo a todos una Navidad CORTA y amena (para no ser tan exigentes con aquello de Feliz) y, de ser posible, un
SUPER PROSPERO AÑO NUEVO.


Se agradecen contribuciones a la lista...

4.12.06

Para los que no lo leyeron


Hoy, después de este día tan largo y agónico, quiero compartir con aquellos de ustedes que no leyeron el artículo de mi amigo Rafael.Todavía quedan cosas en Venezuela, que no tiene ningún otro país, a pesar de Chávez






El Nacional Todo en Domingo - Domingo 03 de Diciembre de 2006
TODO EN DOMINGO/8

La Vida Sigue

Este domingo


Rafael Osío Cabrices osiocabrices@hotmail.com www.rafaelosiocabrices.blogspot.com


Hoy me quiero reconciliar con este lugar. Con el sitio en donde nací y en donde he vivido siempre. Quiero hacerlo sin engañarme, que nunca el engaño es bueno; sin apagar la conciencia porque el sueño de la razón produce monstruos. Hoy quiero hacer cuenta de algunas cosas maravillosas que tiene el vivir aquí, pero evadiendo los lugares comunes, esas gastadas imágenes que ponen en la tele con el himno, y sobre todo la quimera nacionalista, esa idea de "patria" que fuerza un vínculo de tierra y sangre a beneficio de la fuerza y de la intolerancia frente al otro.

Hoy no me voy a quejar. Hoy suspendo la perspectiva del reportero a la caza de problemas y soluciones. Voy a apartar los ojos hipnotizados del candelero de los horrores para encontrar en el paisaje los prodigios que aún están con nosotros. Hoy voy a celebrar el estar en Venezuela.

Este domingo, quiero hablar del amanecer en la ciudad venezolana: de cómo ese cielo de profundo azul se va volviendo violeta y se llena de pájaros, de cómo pían las alarmas en las habitaciones y sale de éstas el llanto de los recién nacidos, el sisear de las grecas de café, el rumor de los noticieros. Cómo la sociedad se despierta y de las calles emerge la bulla de las busetas y de los carros, que es la bulla del trabajo, del esforzado madrugonazo de cada día, del echarle bolas. Cómo se levanta hacia el aire contaminado de la primera mañana el aroma de las empanadas con guasacaca que se quiebran ante la barra de una lunchería, y por las aceras se extienden las filas blancas y rojas de los chamos yendo a la escuela.

Este domingo quiero hablar de un crepúsculo en la playa, de la silueta oscura de una mujer bonita con el agua plateada por las rodillas como en una epifanía de Joyce, de los alcatraces volando en formación hacia los mangles mientras se cruzan con los murciélagos. De esa canción que uno tenía años sin escuchar y que de pronto desemboca en ese momento como un guiño del destino, con el oleaje y el ron añejo con naranja y la arena como dormida donde se asoma un cauteloso cangrejo y el saludo de Venus sobre la línea evanescente del mar, y el viento salado, y la luz de un carguero flotando en la sombra que se extiende sobre el mundo.

Este domingo no voy a anotar estadísticas ni a componer escabrosas profecías, sino a recordar el placer de una tarde libre, en la que pueda saborear un marrón cremoso con bastante café, revisar una librería querida durante un buen rato y luego ir con gente inteligente y cercana a disfrutar de una gran película, para luego comentarla con vino tinto mientras los sentidos aún guardan ese silencioso oxígeno de la fría y confortable oscuridad de una sala de cine, esa atmósfera protegida que de inmediato conecta con los recuerdos de la infancia, con E.T. y El retorno del Jedi,o con esas horas de los años universitarios en que hacía magia para administrar mi mesada y perderme en las vidas ajenas que se aplastaban en la pantalla. Este domingo voy a querer una gran fiesta, con whisky aguado y tequeños hirviendo, con música de la Billo’s, en la que los viejos bailen hasta la extenuación y las mujeres suelten los tacones, en los que los niños se queden dormidos sobre dos sillas y haya un chisme escandaloso, un momento de ridículo y una zona de amortiguación, al final, cuando sólo quedan los incondicionales y se calma la parranda y vienen los tragos al aire libre.

O mejor todavía: la gran comilona, el inmenso desayuno con la familia extendida en un fin de semana extraordinario, o la cena colectiva con los amigos en un apartamento donde apenas cabemos, en que despotricamos del trabajo pero hacemos nuevos proyectos, en que nos damos las novedades de los conocidos, aprobamos (o no) a la nueva pareja de alguien, nos mostramos discos y libros y fotos, mientras picamos tomates margariteños en la cocina, vaciamos varias botellas y nos retiramos cansados de reírnos y con la panza apenas menos repleta que el espíritu.

Hoy quiero hablar de las cosas que nos quedan, de las que no podemos perder. De las cosas que, este domingo, debemos salir a defender.

© 2002. CA Editora El Nacional.
Todos Los Derechos Reservados

28.11.06

Gato ya lee

Una sonrisa antes de la tormenta del domingo
A smile before sunday´s storm

Gato ya tiene varios meses en casa.
Intenté regalarlo pero el destino no quiso que se fuera.
Lo metí en la misión Robinson y ya aprendió a leer.
Cuando me pidió libros de Marx y Lenin, le dije que esos no los tenía.
Ahora me suplicó que le pusiera todos los libros de Literatura Latinoamericana en el primer tramo de la biblioteca porque los de arriba no los alcanza todavía.
Pronto estará listo para dar clases a niños y jóvenes.
Yo les aviso.
También se está entrenando para escribir y me suplicó que el año que viene lo inscriba en el Taller de Crónica Urbana de Rafael Osío Cabrices.
Vamos a ver si lo aceptan.

17.11.06

Me alivia


Me alivia cuando llega la noche, o cuando llueve a cántaros de día.
Me alivia cuando sé que nadie vendrá a casa y no sonará el teléfono.
Me alivia cuando no queda nada pendiente, cuando todo está entregado.
Me alivia cuando tengo a mano todo lo que necesito para un día, sabiendo que no tendré que salir a la calle a buscarlo.
Me alivia saber que no soy imprescindible, aunque muchas veces se me olvida.
Me alivia cuando sé que mis hijos están a buen resguardo, o cuando no tengo esperar que lleguen a casa una noche, porque sé de antemano que no vienen.

Cuando estoy cansada, como ahora, me alivia saber que la vida no es para siempre.


3.11.06

Divagancias -Viernes en la Noche


Una receta para relajarse los viernes en la noche (si no salen de casa)

- Haber trabajado 12 horas seguidas en la computadora, sin pararse más que para ir al baño o a contestar alguna llamada telefónica.
- Ponerse ropa cómoda (si no la tenía cómoda mientras trabajaba en la computadora) y quitarse los zapatos (si se los puso esta mañana).
- Servirse un whisky y regresar a la computadora a trabajar un poco más (mientras más rápido termine el trabajo, más rápido cobra y... lo necesita con urgencia).
- Oiga música.
Recomiendo AMPLIAMENTE el disco Illinoise de Sufjan Stevens (1) a quien descubrí hace poco, gracias a la mágia de los torrents, y de quien me he vuelto fiel fanática.
- Termine el primer whisky. Levántese de la computadora para estirar los músculos (A la vecina de arriba le acaban de operar la mano derecha porque trabajo muchos años como mecanógrafa (¿Cómo se les llama ahora que escriben en Word? A mí me molesta mucho la muñeca derecha que es la que maneja el mouse y la tableta de la computadora).
- Si vive en apartamento y tiene perros, aproveche y estírese mientras baja a los perros a hacer sus necesidades. Si no los tiene que bajar (porque no tiene o porque tiene pero duermen en el jardín) haga 10 flexiones de las que más le provoque.
- Sirvase otro whisky. Regrese a la computadora. Es mucho más ameno trabajar con un whisquicito. Siga trabajando a gusto hasta que termine el segundo trago.
-Una vez terminado, levántese de nuevo. Si es fumador, fúmese un cigarrito (si tiene de los que dan risa, mejor).
-Si todavía pueda caminar a la cocina (o a donde sea que tiene el whisky), vaya y sirvase un tercer whisky, pero suavecito porque mañana se tiene que levantar temprano para seguir trabajando.
-Regrese a la computadora; apagué los programas en los que estaba trabajando; siga oyéndo el disco de Sufjan Stevenes o el que le guste más; entre en su blog (si no tiene blog, abra uno ahora mismo). Pongase a escribir lo que le provoque hasta que le de sueño o ganas de hacer otra cosa, pero vaya lo que vaya a hacer, no apague la música.

Buenas Noches
(especialmente a la Gata y la Rata Insomnes)


(1) No sé si mi amor por Illonis tiene algo que ver con haber vivido 2 años allí.

Otros discos de Sufjan Stevens que recomiendo:
The Avalanche

y

Seven Swans

Sufjan Stevens:
"
Sus canciones recogen un universo fantástico y mítico, donde dragones, brujas, el cielo y el infierno dan forma a sus letras".
"Este álbum ya puede ser considerado un clásico americano, algo que en 40 años seguiremos escuchando como esos momentos claves de la música estadounidense".
"
El nuevo trabajo de Seven Swans (2004), resulta toda una sorpresa por lo que de tradicional y al mismo tiempo rompedor tiene. Alejado de cualquier moda, y siempre con un pie en los sonidos de la tradición musical anglosajona, este cantautor norteamericano es un músico arriesgado".
"
Sufjan Stevens no es sólo uno de los talentos más brillantes y prolíficos que ha dado el subsuelo norteamericano en los últimos años, sino también un músico preocupado porque sus canciones y sus letras tengan mil pasajes escondidos, detalles con los que ocupar el tiempo...".
"
Supongo que balbucear Sufjan Stevens cuando uno está borracho es tan complicado como pedir un ron con coca-cola intentando vocalizar...Illinoise: imprescindible si se tiene un oído inquieto".
"Este artículo pretende ser una guía de viaje por Illinois y por su continuación de rarezas: The Avalanche, dos discos llenos de rincones oscuros para los no iniciados, pero de hermosa música".

RAÍCES

Fotografía: Maria D. Torres Salas

Pocas palabras
Mucha búsqueda
Mucho trabajo
Poco tiempo

19.10.06

Entre Perros y Gatos - Anónimo


A Dog's Diary
7 am - Oh boy! A walk! My favorite!

8 am - Oh boy! Dog food! My favorite!

9 am - Oh boy! The kids! My favorite!

Noon - Oh boy! The yard! My favorite!

2 pm - Oh boy! A car ride! My favorite!

3 pm - Oh boy! The kids! My favorite!

4 pm - Oh boy! Playing ball! My favorite!

6 pm - Oh boy! Welcome home Mom! My favorite!

7 pm - Oh boy! Welcome home Dad! My favorite!

8 pm - Oh boy! Dog food! My favorite!

9 pm - Oh boy! Tummy rubs on the couch! My favorite!

11 pm - Oh boy! Sleeping in my people's bed! My favorite!


A Cat's Diary

Day 183 of my captivity.

My captors continued to taunt me with bizarre little dangling
objects. They dine lavishly on fresh meat, while I am forced to
eat dry cereal. The only thing that keeps me going is the hope of
escape, and the mild satisfaction I get from clawing the furniture.
Tomorrow I may eat another house plant.

Today my attempt to kill my captors by weaving around their feet
while they were walking almost succeeded. Maybe I should try this
at the top of the stairs.

In an attempt to disgust and repulse these vile oppressors, I
once again induced myself to vomit on their favorite chair. I must try
this on their bed.

Decapitated a mouse and brought them the headless body in an
attempt to make them aware of what I am capable of, and to try to strike
fear into their hearts. They only cooed and condescended about
what a good little kitty cat I was. This is not working according to
plan.

There was some sort of gathering of their accomplices. I was
placed in solitary confinement throughout the event. However, I could
hear the noise and smell the food. More important, I overheard that my
confinement was due to my powers of inducing something called
"allergies." Must learn what this is and how to use it to my advantage.

I am convinced the other captives are flunkies and maybe snitches.
The dog is routinely released and seems more than happy to return.
He is obviously a half-wit.

The bird, on the other hand, has got to be an informant. He speaks
with them regularly, and I am certain he reports my every move.
Due to his current placement in the metal room, his safety is
assured. But I can wait.

It's only a matter of time.

15.10.06

Curitas...itas...itas

Publicaco en la Fábrica de Curitas de Los Hermanos Chang - 4 de Octubre, 2006 Año 1, No. 8
Maria Dolores Torres

Cuando yo era chiquita, mamá decía que las curitas sanaban todo. Y yo me lo creía… y de verdad sanaban casi todo – lo externo-, al menos eso parecía.

Luego fui creciendo y comencé a preguntarme por qué mi mamá no usaba curitas para sus heridas. Pero claro, es que como ni siquiera se veían, ¿dónde se las iba a poner? Ella lloraba y lloraba y yo, desesperada, trataba de ver si encontraba alguna curita que le sirviera y, sobre todo, buscaba dónde ponérsela sin encontrar el lugar apropiado – porque el alma no se ve desde afuera – solo un atisbo a través de los ojos, pero ahí no se podían pegar las curitas.

Ahora que soy grande -y además de seguir viendo a mamá con heridas no curadas, tengo las mías propias- ya no creo en las curitas. Parece que no sirven para los adultos, a menos que sea para las heridas de niño-adulto, como un raspón en la rodilla, un dedo cortado por un cuchillo de cocina o un pellejo comido por la ansiedad.

No por casualidad se llaman curitas, en diminutivo. Las heridas de los niños suelen ser pequeñas y externas (la mayoría de las veces, porque hay otras que ni quiero nombrar). Además, los niños creen más en la magia. A nosotros los adultos casi siempre se nos olvida.

Entonces, para nosotros los adultos no se han inventado curas (no curitas) que sirvan.

Si yo tuviera tiempo y paciencia, crearía algunas, las empacaría en cajitas para venderlas en las farmacias y seguro me haría millonaria. Al menos cicatrizaría una de mis heridas: la pelazón.

Curas para el despecho, curas para el fracaso o los sueños no alcanzados, curas para el remordimiento, curas para la culpa, curas enormes para el dolor que vemos en nuestros hijos y que nos duele más que todo lo demás. Curas de todos los tamaños para las angustias económicas, curas gigantes para sanar al país. Curas para las heridas auto inflingidas (porque se nos olvida que el karma lo cobra todo), curas para los vicios (incluyendo el vicio a la depresión).

Producción en masa de curas para el ego herido, para la menopausia y andropausia, para la frustración que sentimos frente a la imagen en el espejo – heridas causadas por la creencia de la eterna juventud.

Curas a precios solidarios para todos los padres que han perdido hijos asesinados a mansalva en guerras (de países, de barrios, de hambre… porque hay muchos tipos de guerras).

Curas para la envidia, la desconfianza, la desesperanza, la añoranza.

Curas para las heridas causadas por la viveza de otros, por el abuso de poder, por las mentiras que nos creemos.

Curas para el pesimismo que se nos contagia por lo que vemos, escuchamos y leemos en los medios de comunicación o en los mails de los amigos.

Curas infinitamente largas para sanar la sensación de vacío en el alma por creer que estamos solos en este mundo, que muchas veces parece más bien el infierno.

Inventaría también una mamá o un papá como los de una infancia “ideal”, que nos siguieran poniendo las curitas aún después de estar nosotros viejos, vinieran a arroparnos en la cama esos días en que todo parece salir mal y se quedaran a nuestro lado hasta que nos quedáramos dormidos, contándonos un cuento de hadas de curitas que sanan todas las heridas, como los de príncipes que con un beso resucitan a las princesas dormidas desde hace siglos (muertas, pues).

Al final creo lo que casi todos necesitamos es una cura para la fe, pues sabemos que algo existe -por allí adentro o allá arriba- que sana, que ayuda, que cura todo (algunos lo llaman Dios), pero que con el dolor y las angustias, se nos olvida a cada rato.

Mientras tanto, pues a reírnos de nuestras heridas, a seguir pagando psicoterapias y medicamentos de recipe morado, y a echarle bolas para no morir mientras alguien inventa esas curas, o recuperamos la fe en la magia de nuestra infancia

PD. La palabra “curita” no sale en ningún diccionario. ¿Será que las soñamos?

12.10.06

YO ME MAPEO, TÚ TE MAPEAS, NOSOTROS NOS MAPEAMOS



A mí particularmente no deja de sorprenderme llevar en la cabeza una máquina tan avanzada como lo es el cerebro. Más que una máquina, parece una tierra desconocida, un mundo del que sabemos muy poco y en el que definitivamente no existen ni el espacio ni el tiempo.
Cuando me gusta un disco (así se llamaban antes de los CD’s) lo escucho una y otra vez hasta que me aprendo de memoria todas las letras (aunque sean en otro idioma) y cada una de las notas de la melodía. En esto días encontré en Internet uno que no escuchaba desde hace como 30 años, del cuál sólo recordaba bastante bien una canción: Dolce María (Premiata Forneria Marconi).

Cuando lo escuché, me di cuenta de que TODAS las notas, de TODAS las canciones del disco, estaban aún en mi memoria. Sólo que habían estado allí dormidas o archivadas dentro de esa caja con circunvalaciones que tenemos dentro del coco.
Y así pasa con muchas cosas, pero a mí me sucede particularmente con la música y con los olores.

Yo no sé si me dió por recuperar memorias porque estoy por cumplir años o por los resultados de mi mapeo cerebral.
¿Saben lo que es un mapeo? Si no lo saben, no están en nada.
El mapeo cerebral es una técnica relativamente nueva (creo) para hacer un mapa de ese territorio desconocido donde conviven – sin nosotros percatarnos- TODOS los instantes que hemos vivido desde que nos engendraron nuestros padres (o desde el nacimiento de la humanidad) con sonidos, olores, sabores, emociones y todos los detalles que los acompañaron cuando sucedieron -como si fueran un “attachment” del archivo específico.

Pues bien, el mapa de mi cerebro está bien documentado en un carpeta bastante gruesa. Tiene algunas páginas escritas (el informe del neurólogo) y muchas páginas de rayas (ondas cerebrales) y dibujitos de cerebros de diferentes colores, vistos desde arriba, de los que uno no entiende nada de nada. Cuando el neuropsiquiatra me sugirió hacerme los exámenes – porque le dije que desde pequeña me como los pellejos de los dedos y me muerdo la parte interior de los labios y porque se me estaban olvidando las cosas (cosa que nunca me había pasado), pensé que me darían algo así como un mapa del tesoro que serviría para encontrar esas memorias perdidas.
El día que fui a recoger los exámenes, lo primero que hice, como casi todo el mundo con una pizca de curiosidad, fue abrir la carpeta y leer el informe.
Lo único que medio entendí, y eso porque estudie psicología, fueron las conclusiones. Lo demás era chino.

“…hubo hiperexcitabilidad neuronal cortical leve en la región temporal bilateral… no se produjo una suficiente activación cerebral en condiciones de expectancia…. No hay alteraciones de los procesos de atención del paciente…. EEG anormal (¿alguien lo tendrá normal?)… semeja a lo observado en adultos con trastornos depresivos de tipo endógeno (¿endógeno? … suena a gallineros verticales. ¿Será que tengo una revolución en la cabeza? ¿o que todo se debe a una "falta de amor"?)…”

En resumen, sonaba horrible. Fui a llevarle los exámenes al doctor. Me explicó - subrayando con un lápiz en los cerebritos de colores- algunas cosas (de las cuales no entendí nada, pero me dio pena pedirle que repitiera) y, al final, salí con un poco de papeles y recipes morados oscuros que tenía que llevar al Ministerio de Sanidad para que me autorizaran la compra de una medicina importada para el ¡Déficit de Atención!????

Todo para una pepa importada que aparentemente me va a ayudar a ser más “normal”, porque el doctor no sabe cómo hice para pasar "lisa" el bachillerato y la carrera universitaria, aprender a usar las computadoras, tocar guitarra, manejar, mandar emails, chatear, bloguear, aprenderme la cédula de identidad, las claves de los bancos, cajeros automáticos, tarjetas de debito, cuentas de correo y otras muchas cosas que ya se me olvidaron, (¡debo ser brillante! - dice) con ese peo en la cabeza que, además, mientras más viejo se pone uno, más preocupaciones tiene, más estrés soporta, etc... más se complica.

En mi lista de obligaciones diarias están ahora -además de la pepa milagrosa para recuperar mis memorias y retener las nuevas- la pastilla para la ansiedad, la de la depresión, la de dormir, la de despertar, la de la tensión arterial, la de los calorónes, la de la osteoporosis, la de la paciencia, la de la tolerancia, la del buen humor, etc.

Pero lo más interesante es que haciendo una encuesta entre mis amigos descubro que no solo son los niños de ahora los que nacen con ADD, ADDH, ODD, UFO, OEA,OPEC, XYZ, etc… (casi todos), sino que muchas de mis amistades (y no es que somos ancianos, todavía) ya cuentan con su propio mapeo cerebral y su maletín de pastillas milagrosas o -como lo llamamos para reírnos y no llorar- el “batido mágico” diario.

¿Qué nos está pasando? ¿A dónde nos están llevando la ciencia y la tecnología? ¿Se han puesto a pensar en eso? Yo sí, y es aterrador.

30.9.06

Viendo Crecer a GATO


"Ya se me quitó el guayabo por mi mamá biológica, ahora me voy a dedicar a joder a las mujeres de esta c
asa que me trajeron a la fuerza"



"No te metas conmigo, bichita,
que vas a salir perdiendo.

Yo soy el más pequeñito,
la señora de la casa

cree que soy inocente y, por encima de todo,
soy el único macho en esta casa".











"Te lo dije, Coca, aquí
mando YO
Ahora cuidate para
no te
saque un ojo, ¡PERRA!"

Ella, pensando:
"¿Será que Rescarven
atiende perras heridas?
Este bichito es MAAALO".







"Ay, la paciencia que hay que tenerle
a ésta rata que se cree gato.

¿Será que es argentino el pibe?
Y yo, en vez de Lola,
debería llamarme Sor Calcúta".











RADIO RUMBOS INFORMA:
Hoy nació otro Blog, "La Gata Insomne",
bajo el patrocinio y el acosamiento de la autora
de éste Blog de aquí.
"Soy matrona - dijo la prima de la Gata Insomne.
He ayudado a parir por primera vez".
No dejen de visitarlo y comentar.

Los blogs - señalo el director de la radio- se han convertido
en los Tamagoshi de la nueva era. O los alimentamos y cuidamos
o se mueren de mengua.
Además, han pasado a formar parte de nuestra indetidad -agregó un sociólogo importante que prefirió quedar en el anonimato- "Tengo Blog, luego existo".

Si usted quiere abrir un Blog y no sabe cómo, contacte a la matrona de La Gata Insomne que le ayudará a parirlo sin mucho dolor.

PD. La Gata Insomne tuvo un ataque de miedo escénico y borró, por los momentos, su primera entrada al blog. Les avisaré si se vuelve a publicar.

8.9.06

GRACIAS PÚBLICAS


Ayer jueves, las 6 y 37 en punto (p.m,), los dos Rafaeles, sentados en una mesa junto a dos vasos de agua -y cada uno con su pequeño inglés en el alma- comenzaron sus palabras.


Yo no se cómo se reparten las partes y casualidades en la vida, pero sí puedo contarles que la mayoría del grupo de los jueves estaba presente a esa hora, no así nuestro grupo -el de los miércoles- el cual contaba con unos pocos representantes.
El tráfico estaba terrible – dirá la mayoría.
Mucho trabajo en la oficina- otros.
Ya nos conocemos y nos queremos igual.
No importa la razón, curioso es el resultado.


Habla Rafael, el presidente, el de la Academia.

Habla Rafael, el profesor. Lee (porque prefiere leer que hablar sin libreto) unas emotivas (y bien escritas, claro) palabras.


Entrega de “diplomas”, abrazos y besos.

Habla Jonathan, después de recuperarse del calorón rojo.

Aplausos.


Llega Guadalupe, directo a recoger su certificado (menos mal que fue antes del brindis) y sin haber podido escuchar las palabras rafaelístas. (No de Caldera, ¡menos mal!)

Janine no ha llegado. ¿Qué le pasó a Janine?

¿Y Elvira? ¿Carmen?


Todos se paran, pasa el vino, brindis con los amigos.

Fue una noche especial, gracias a la Fundación -German entre otros- por abrir un espacio diferente en nuestra ciudad.

Gracias a mis compañeros de Laboratorio de Crónica por haberme enseñado tanto, por haberme acompañado a aprender y por hacerme reir durante seis meses.

Gracias a ROC por haberse dejado enseñar y haber aprendido tanto de nosotros, además de haber tenido la paciencia para aguantarnos y haber compartido con el grupo tanto conocimiento y esa facilidad excepcional para trasmitirlo.

Gracias a Guada, por haberme invitado al taller

A Kake - perdón, a Don Rafael- por haberme invitado al taller... también.

Gracias a mi familia y mis AMIGOS (CON MAYUSCULA) presentes en la entrega del "diploma":

A mi papá y mi mamá, que siempre han estado, aunque yo haya dado tumbos y vueltas en U, para luego seguir en S.

Gracias a Pucho, mi hermana, que se vino caminando para estar allí, como siempre.

Gracias a MEG y ZZ, mi segunda familia, por calarse ese viaje desde Valencia para estar... como siempre.

A Isabel, por una amistad como si hubiera sido de siempre, por haberme invitado a juntar mi arte con el de ella (y por todas las fotos que tomó, porque yo no iba a llevar mi cámara)

A Kenia -esa maravillosa cubana venezolana que siempre anda sonriendo y echándole bola, a pesar de Fidel y todo lo que tuvo que dejar en la isla- por haberme ayudado a comenzar el fin del principio y a adentrarme en un poco de lo mucho que falta. Ella me dio un regalo acompañado de una tarjetita cuyo sabio contenido quiero compartir con ustedes:
"Por el "fin" del principio, y por lo "poco" de lo mucho que falta. ¡Ahora es cuando es!"

Los quiero mucho a todos (en mi sano juicio y sin haberme pasado de vino)
Maria

PD. Y a Roberto, gracias por venirse a la casa a tomar el vino con nosotros - los que HOY no teníamos para ir al San Ignacio.

PD1:Gracias a mi ahijado, Sebastián, por el regalo que me mandó con su papá y su mamá: un elemental que se me pegó al tobillo derecho.

5.9.06

Gotas (de Jung) - para reflexionar




“ El promover el conflicto es una virtud luciférica en el sentido propio de la palabra. El conflicto produce el fuego de los afectos y emociones, y como todo fuego, también éste tiene dos aspectos: el de la combustión y el de la producción de luz. La emoción es el fuego alquimístico cuyo calor es lo que hace aparecer todo y cuyo
ardor quema todo lo superfluo… la emoción es la fuente madre de toda conciencialización. Sin emoción no se produce transformación alguna de las tinieblas en la luz y de la inercia en el movimiento”.



“La vida es desatinada y significativa. Y si no se toma lo desatinado a risa y no se especula sobre lo significativo, entonces la vida es banal; entonces todo tiene una dimensión mínima”.“Quien mira en el espejo del agua, ve ante todo su propia imagen. El que va hacia sí mismo, corre el riesgo de encontrarse consigo mismo. Es espejo no favorece, muestra con fidelidad la figura que en él se mira, nos hace ver ese rostro que nunca mostramos al mundo, porque lo cubrimos con la persona, la máscara del actor. Pero el espejo está detrás de la máscara y muestra el verdadero rostro. Esa es la primera prueba de coraje en el camino interior; una prueba que basta para asustar a la mayoría, pues el encuentro consigo mismo es una de las cosas más desagradables y el hombre lo evita en tanto puede proyectar todo lo negativo sobre su mundo circundante. Si uno está en situación de ver su propia sombra y soportar el saber que la tiene, solo ha cumplido una pequeña parte de la tarea… Pero la sombra es una parte viviente de la personalidad y quiere entonces vivir de alguna forma. No es posible rechazarla ni esquivarla inofensivamente…”

Tomadas del libro “Arquetipos e Inconsciente Colectivo”
Carl G. Jung

Contribución - de La Gata Insomne (de la Isla)

La Gata Insomne ha dejado un nuevo comentario en su entrada "Éramos muchos y la Abuela parió un Gato":

Pero me pareció demasiado bueno para dejarlo en la sección de comentarios y, además, Almudena Grandes es una de mis escritoras favoritas.

Hola Felinas, no me pude contener, esto es DEMASIADO para llamarlo casualidad, no puede ser sino una GIGANTESCA SINCRONICIDAD. Me lo conseguí hoy navegando en una más de mis largas noches y me saltó encima con ese arte que solo tienen los felinos de instalarse en tu vida cuando menos lo esperas.
Estaba paseando esta noche por Madrid, tenía un atraso de 24 horas, porque allí era domingo.
Y sin más, en el suplemento dominical de EL PAIS, estaba él. Al cruzarse nuestras miradas brincó sobre mi regazo y allí se instaló para siempre, y me ayudó a comprender el por qué, al adoptar a uno de estos seres superiores nos preguntámos, no entiendo ¿qué me pasó?

El gato de VALENTINA
Almudena Grandes
El País Semanal - 03-09-2006

Valentina cierra la puerta, se quita las gafas de sol, las mete en el bolso que engancha en el perchero, enciende la luz del pasillo, apaga la del recibidor y se encuentra con dos ojos verdes, sagaces, melancólicos en la soledad de la casa desierta.

– ¡Anda! Pero si estás tú aquí…

La primera vez que lo vio, la nostalgia anticipada de los deseos imposibles esmaltaba unos ojos muy distintos, los de su hijo Pepito, nueve años, un trasto.

–¡Mamá! –ella, que leía junto a la buganvilla, empezó a negar con la cabeza antes de disponer de tiempo suficiente para verlo bien–. ¡Pero, mamá, mira qué mono es! Y su madre no lo quiere…

–No –y estiró en el aire el índice de las decisiones inapelables en dirección a la puerta del patio–. ¡Que no!

Pepito primero lloriqueó y luego se llevó al gato, que era monísimo, la verdad, blanco, negro, pequeñito… Pero el mundo está lleno de cachorros bonitos, pensó ella, y siguió con el periódico, muertos en Irak, muertos en Palestina, muertos en Líbano, incendios y más incendios, bosques muertos, casas muertas, hombres y mujeres y niños muertos.

–¡Ay, déjamelo, anda…! –luego fue Bea, diecisiete años, más formal, pero igual de caprichosa que su hermano pequeño–. ¡Mamá! ¿Has visto qué mono es el gato que se ha encontrado Pepito?

Que no, se dijo Valentina, ene o, no, pero los niños lo metieron en el patio igual. Querían darle agua, eso dijeron, que hacía mucho calor y el gato estaba sofocado, muerto de sed.

–No te pongas así, mamá; total, por darle un poco de agua –su hijo mayor, universitario y todo, se puso tan intratable como los otros dos–, tampoco pasa nada, ¿no? Es que eres muy guapo –y él también lo cogió en brazos, le hizo cosquillas en la cabeza, le peinó con la mano–, pero muy guapo, ¿a que sí?

–Yo no quiero un gato –advirtió ella, antes de volver a los muertos de Oriente Próximo, a los muertos del Estrecho, a la estela mortal de los fuegos incesantes–. No pienso tener un gato, y es muy cruel lo que estáis haciendo, ¿os enteráis? Es muy cruel y muy irresponsable mimar a un gato unos pocos días para luego… –y entonces vio salir a su marido de la cocina con un cuenco en la mano–. ¿Pero tú qué haces?

–Voy a darle leche, pobrecito –Pepe pasó a su lado sin mirarla–. Estará muerto de hambre, ¿no?

–¡Ay, mira cómo come! –jalearon cuatro voces a la vez–. Qué hambre tenías, ¿eh?

Ella dejó pasar un tiempo prudencial.

–¿Ha comido ya? Pues fuera… He dicho que fuera –y toda su familia se largó detrás del gato.

En ese momento, Valentina ya había aceptado que el gato se iba a quedar. Lo supo desde que vio salir a Pepe de la cocina con la leche. Cuatro contra uno, se dijo, la batalla está perdida, pero así y todo, se dispuso a resistir hasta el final.

–Podemos llamarle Negrín, mamá –las trompetas de la capitulación sonaron con la ocurrencia de su hija un par de días después, porque sólo lo que existe tiene nombre–. Le viene muy bien, porque como es negro con manchas blancas…

–No me hagas la pelota, Bea.

–Y tiene una perilla negra estupenda –su hermano se echó a reír–. Lo siento por ti, mamá, pero parece Trotski…

–Tú te crees muy listo, ¿no? –y sin embargo, acabó sonriendo con sus hijos.

A partir de ahí cayó en picado. Primero fue la comida para gatitos; luego, la arena para que no ensuciara el patio, y un collar antiparasitario por si las pulgas, y un cascabel rojo para saber dónde estaba, y el veterinario, aunque sólo sea para saber si es macho o hembra, y la edad que tiene… Cuando se acabaron las vacaciones, Negrín, macho, unas ocho semanas más o menos, tenía además media docena de juguetes, una toalla, un cepillo y una cartilla de vacunaciones. Lo último que le regalaron fue un transportador para llevarlo a Madrid, y aquí está, aunque hoy, al volver de la primera reunión de trabajo del nuevo curso, a Valentina se le había olvidado.

Ahora lo incorpora a la rutina de todas sus tardes. Con él en brazos va a la cocina, pone a hervir agua, prepara una tetera, lo lleva a su dormitorio, se quita los zapatos, se pone las zapatillas, se sienta en su butaca con una taza humeante, lo mira y celebra su compañía. Es el balance de su verano, un gato afortunado en medio de una desventurada cosecha de cadáveres.
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